martes, 28 de febrero de 2012

Ando con los pies descalzos sobre el suelo,el suelo formado por  maderas frágiles  un tanto oxidadas y chirriantes cada vez que avanzo a pequeños pasos con tal de no caer al vació,miro hacía  abajo y mis ojos reflejan precipicios.


Precipicios es el paraje si de aquel lugar se desmorono yo pierdo el equilibrio o control sobre la situación,en la que me situó, en esos mismos me precipitaría cayendo al vacío un lugar del cual cada uno tiene su propia percepción. Durante el camino que perdura desde el principio hasta un punto todavía por determinar  ,caigo pero me levanto , en el tramo medio todo esta lleno de cristales los cuales se van clavando poco a poco en mis pies , causándome dolor pero no un dolor físico a pesar de los cortes y el lento dolor que eso causa  si no siento dolor psicológico intenso como si  de repetidas  y reiteradas puñaladas en mi punto más débil  se tratará y no de cristales. Las lágrimas caen como si yo no las  controlaras, vertiéndose vertiginosamente pero silenciosamente por mis mejillas,provocando una presión en el pecho, llamada desesperación. 

Nos vemos al final del camino,una voz conocida me advirtió. Bon voyage.